Las tormentas producen relámpagos y truenos cuando las cargas eléctricas se separan en las nubes y entre las nubes y el suelo, creando así descargas eléctricas espectaculares.
En un cumulonimbo, el rápido movimiento del aire provoca fricciones intensas entre las partículas de hielo y agua. Estas colisiones continuas arrancan y transfieren electrones, creando zonas cargadas de manera diferente. Generalmente, la parte inferior de la nube acumula una carga negativa, mientras que la cima se carga positivamente. Este fenómeno de separación eléctrica es comparable a la vieja experiencia de frotar un globo con tu cabello: los electrones migran, creando así una diferencia de carga, pero a una escala enorme en la nube. Cuanto más se acumulan estas cargas, más importante se vuelve la diferencia eléctrica. Cuando este desequilibrio es demasiado intenso, explota, produciendo así los rayos.
Cuando una nube de tormenta acumula suficientes cargas eléctricas opuestas, el aire que separa estas cargas se vuelve incapaz de aislarlas. Entonces se forma una especie de "camino conductor" invisible, llamado canal ionizado, en el aire. Esto crea un paso por el que puede circular una enorme corriente eléctrica, eso es lo que genera el rayo. Esta descarga eléctrica es hiper rápida: típicamente, solo unos pocos milésimas de segundo son suficientes para hacer pasar esta inmensa energía luminosa entre dos zonas de la nube o hacia el suelo. La temperatura en este canal alcanza fácilmente cerca de 30 000 grados Celsius, es decir, varias veces la temperatura de la superficie del sol. Este calor intenso calienta bruscamente el aire alrededor, que se dilata extremadamente rápido y produce el sonido explosivo que se escucha después: el famoso trueno.
El rayo calienta el aire que lo rodea a temperaturas alucinantes que alcanzan unos 30 000 grados Celsius. Este aire ultra-cálido aumenta repentinamente de volumen, creando una verdadera pequeña onda de choque. Luego, el aire se enfría rápidamente y se contrae de nuevo. Este proceso ultra-rápido genera la onda sonora que escuchas en forma de trueno. Como la luz viaja mucho más rápido que el sonido, ves el rayo casi instantáneamente, pero el ruido puede tardar varios segundos en llegar a tus oídos, dependiendo de qué tan lejos estés de la descarga. Cuanto más tiempo tarde en llegar, más lejos está el rayo.
Cuando el rayo desciende hacia la Tierra, busca el camino más simple para alcanzar el suelo, lo que a menudo corresponde a objetos altamente conductores o elevados como árboles aislados, postes metálicos o edificios. Estos puntos altos acumulan fácilmente las cargas eléctricas provenientes del suelo, lo que hace que su encuentro con los rayos sea bastante lógico. Cuando el rayo impacta un árbol, el calor intenso generado vaporiza instantáneamente el agua contenida en la corteza y los tejidos internos, provocando a veces una explosión o dejando marcas características visibles en su tronco. Una vez en el suelo, la corriente de la descarga eléctrica se propaga rápidamente en materiales conductores como las redes subterráneas de cables eléctricos o tuberías, pudiendo causar sobretensiones u otros daños menores a los equipos eléctricos en los edificios cercanos. Por eso, disponer de una buena puesta a tierra y de pararrayos eficaces es esencial en la vida cotidiana.
Las tormentas necesitan ante todo una humedad alta cerca del suelo y una fuerte diferencia de temperatura entre el aire caliente en la superficie y el aire frío en la altitud. Cuanto mayor sea esta diferencia, más rápido sube el aire caliente, creando corrientes ascendentes poderosas propicias para la formación de rayos. Las condiciones inestables también favorecen la violencia del fenómeno. Vientos fuertes en la altitud, que se llaman cizalladuras del viento, pueden acentuar la intensidad de una tormenta y multiplicar los rayos. Sin olvidar que cuanto más alto sea un nublado cumulonimbus, mayor será el riesgo de fuertes descargas eléctricas y de grandes truenos.
Cada segundo, aproximadamente 100 rayos impactan la Tierra, totalizando alrededor de 8 millones de rayos al día en todo el mundo.
El trueno generalmente no viaja más allá de unos veinte kilómetros. Así que, si ves un rayo pero no oyes trueno, eso significa que la tormenta está ubicada a más de veinte kilómetros.
La región del lago de Maracaibo en Venezuela es la que registra más rayos en el mundo, con veranos en los que se producen tormentas eléctricas cerca de 300 días al año.
Claro, aquí tienes la traducción al español: "Algunos rayos nunca tocan el suelo. De hecho, la mayoría de los rayos se producen dentro de las propias nubes de tormenta, llamados rayos intranublados."
En la mayoría de los casos, sí. A diferencia de la creencia popular, no es la presencia de los neumáticos de goma lo que protege, sino el efecto 'jaula de Faraday' creado por la carrocería metálica. El rayo circula alrededor de la estructura metálica del vehículo y se descarga al suelo sin dañar a los ocupantes en el interior. Sin embargo, los vehículos abiertos o con carrocería no metálica (como las motos o los descapotables) no protegen contra los rayos.
Claro, aquí tienes la traducción: Sí, los rayos más frecuentes se producen ya sea entre la nube y el suelo (rayos nube-suelo), o directamente entre nubes (rayos intra-nube o inter-nubes). También existen otros fenómenos raros llamados 'rayos ascendentes' o 'fenómenos luminosos transitorios' como los sprites o blue jets, que generalmente ocurren a gran altitud.
En realidad, todos los rayos producen trueno, ya que calientan rápidamente el aire a temperaturas muy altas, lo que provoca una expansión sonora. Sin embargo, cuando la tormenta está lejana o intervienen otros factores atmosféricos, el sonido puede no llegar al observador con suficiente volumen para ser percibido.
Sí. Los rayos tienden a golpear en primer lugar los objetos altos o aislados: cumbres montañosas, árboles solitarios, edificios altos, llanuras abiertas y extensiones de agua. Por lo tanto, es particularmente peligroso encontrarse en una llanura despejada, bajo un árbol solitario o en el agua durante una tormenta.
Sí. Al contar el número de segundos transcurridos entre el momento en que ves el rayo y el momento en que oyes el trueno, y luego dividiendo ese número por tres, obtienes aproximadamente la distancia en kilómetros que te separa de la tormenta. Por ejemplo, si cuentas 9 segundos entre el rayo y el trueno, la tormenta está aproximadamente a 3 kilómetros de distancia.
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Question 1/6