El viento puede hacer girar los aerogeneradores porque ejerce una fuerza mecánica sobre sus aspas, haciéndolas girar. Este movimiento de rotación se convierte en electricidad mediante un generador ubicado en el interior del aerogenerador.
El viento es simplemente aire en movimiento, cargado de energía cinética. Cuando este aire encuentra las palas de un aerogenerador, ejerce una presión y crea una diferencia de empuje: es esta fuerza la que provoca la rotación. Concretamente, las palas capturan una parte de la energía contenida en el aire en movimiento y la transforman en movimiento mecánico. Cuanto más fuerte es el viento, más rápido giran las palas, permitiendo así producir más energía. Es tan simple como soplar sobre un molino de papel: cuanto más fuerte soples, más rápido girará.
Las palas de un aerogenerador giran gracias al viento, pero es en la góndola, en la cima del mástil, donde realmente se desarrolla la historia de la electricidad. Allí arriba, un generador eléctrico entra en acción: las palas transmiten su rotación a un eje conectado directamente a este generador. Este dispositivo contiene imanes potentes y una bobina de cobre; al girar, los imanes pasan cerca de las bobinas, y es esta rotación la que crea un fenómeno físico llamado inducción electromagnética. En otras palabras, el movimiento mecánico se convierte en una corriente eléctrica utilizable para alimentar hogares y redes eléctricas. Luego, un transformador toma esta corriente y modifica su voltaje para prepararla para ser inyectada en la red eléctrica. Es simple: la rotación creada por el viento activa el generador, este produce corriente, y bingo, la luz se enciende en tu casa.
La forma de las palas es capital para capturar de manera efectiva la energía del viento. Palas perfiladas con un diseño curvado y esbelto permiten crear una diferencia de presión entre sus dos lados, generando una fuerza de empuje hacia adelante: es la famosa sustentación. Esta sustentación es la misma fuerza que permite a las alas de un avión mantenerse en el aire. Por lo tanto, unas palas bien diseñadas favorecen una rotación regular y eficiente, incluso con viento moderado. ¿Un perfil mal estudiado? Eso provoca turbulencias, una rotación inestable y más pérdidas de energía. Incluso su longitud juega un papel: las palas largas captan más viento y, por lo tanto, producen más energía, pero también requieren un diseño cuidadoso y materiales resistentes (¡de lo contrario, hola daños!).
La velocidad del viento es una clave importante para el aerogenerador: si es demasiado baja, le cuesta girar, por lo tanto produce muy poca electricidad; si es moderada a alta, gira fácilmente y la producción se dispara; si es demasiado alta, existe el riesgo de dañar el aerogenerador, y este se detiene automáticamente por seguridad. Idealmente, un viento constante, regular y justo lo suficientemente fuerte es la mejor combinación para producir al máximo. Por el contrario, un viento demasiado irregular provoca fluctuaciones molestas: la producción salta constantemente, y es difícil de gestionar en la red eléctrica. Regularidad y buena velocidad son realmente la combinación perfecta para aprovechar al máximo los aerogeneradores.
Una sola turbina eólica moderna puede proporcionar suficiente electricidad para abastecer entre 500 y 1000 hogares cada año, según su tamaño y las condiciones del viento.
Las palas de los aerogeneradores modernos pueden alcanzar más de 100 metros de longitud, lo que es más que la longitud de un campo de fútbol.
Las primeras utilizaciones del viento se remontan a hace unos 5,000 años, cuando los humanos utilizaban velas en sus barcos y construían molinos para moler grano.
Al optimizar la forma y la curvatura de las palas, los aerogeneradores pueden captar hasta el 59,3% de la energía disponible en el viento, lo que está estrechamente relacionado con el límite teórico conocido como el límite de Betz.
En general, un aerogenerador comienza a producir electricidad a partir de una velocidad del viento de aproximadamente 13 a 15 km/h (3,5 a 4 m/s). Sin embargo, para un rendimiento óptimo, las velocidades del viento ideales se encuentran generalmente entre 25 y 55 km/h (7 a 15 m/s).
Las aspas de los aerogeneradores son generalmente blancas para reflejar la luz del sol, lo que ayuda a evitar su sobrecalentamiento. Además, el color blanco facilita su integración visual armoniosa en el paisaje, disminuyendo así su impacto visual.
Sí, los aerogeneradores pueden presentar un riesgo para algunas aves migratorias. Para reducir este impacto, las instalaciones se colocan fuera de las principales rutas migratorias, las aspas están diseñadas para ser más visibles, y algunas tecnologías detectan y detienen temporalmente las turbinas cuando se acercan grupos de aves.
No, un aerogenerador tiene una vida útil promedio de 20 a 25 años. Después, los componentes mecánicos y eléctricos se vuelven menos eficientes debido al desgaste. Sin embargo, un mantenimiento regular y la mejora tecnológica permiten optimizar y a veces incluso prolongar esta vida útil.
En ausencia de viento, un aerogenerador no puede producir electricidad, ya que depende directamente del movimiento de sus aspas provocado por la fuerza del viento. Para asegurar una producción continua, los parques eólicos se combinan con otras fuentes de energía o con dispositivos de almacenamiento de energía.
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