Las focas son capaces de establecer récords de buceo debido a su capacidad de almacenar grandes cantidades de oxígeno en su sangre y músculos, así como de reducir su ritmo cardíaco para ahorrar en el consumo de oxígeno.
Las focas poseen una anatomía campeona del mundo para la inmersión. Ya sus pulmones son particulares: se comprimen durante las profundidades, lo que evita que los gases peligrosos (como el nitrógeno) se acumulen en su sangre—¡astuto! Luego, tienen músculos muy especiales, llenos de mioglobina, esa proteína capaz de almacenar una gran cantidad de oxígeno—¡mucho mejor que nosotros! En cuanto a la sangre, la misma historia: su volumen sanguíneo es claramente superior al nuestro, lo que les permite llevar más oxígeno en reserva. Sin olvidar sus aletas perfiladas y su cuerpo aerodinámico, ideales para nadar rápido con una eficiencia energética máxima. Todo esto combinado los convierte en apneístas naturales extraordinarios.
Las focas poseen mucha más mioglobina en sus músculos que la mayoría de los otros mamíferos. Esta proteína ultra útil fija eficazmente el oxígeno, creando así una reserva muscular importante que les permite permanecer bajo el agua más tiempo sin respirar. Además, su organismo concentra la mayor parte del oxígeno disponible hacia los órganos más importantes (corazón, cerebro), limitando su uso en las regiones menos prioritarias. Cuando bucean, su ritmo cardíaco disminuye severamente: esto se llama bradicardia, un truco natural hiper eficaz para ahorrar sus reservas de O2. Estas estrategias combinadas permiten a las focas realizar inmersiones más largas y amplían su capacidad para permanecer bajo el agua sin riesgo.
Cuando una foca se sumerge, su cuerpo activa automáticamente ciertos reflejos fisiológicos muy eficientes. En primer lugar, ralentiza notablemente su ritmo cardíaco, a esto se le llama bradicardia. Este mecanismo ahorra bastante energía y sobre todo limita el consumo de oxígeno, lo que le permite permanecer bajo el agua más tiempo sin problemas. Otro fenómeno ingenioso es la vasoconstricción periférica. La sangre abandona las partes secundarias como la piel o los músculos periféricos para priorizar en primer lugar el corazón, el cerebro y otros órganos importantes. Así, incluso si una foca prolonga su inmersión, los órganos esenciales continúan funcionando bien. Algunas partes del cuerpo incluso se ponen brevemente en modo "economía" para soportar la falta temporal de oxígeno. Todo esto hace que su organismo sea ultraeficiente para soportar la presión y la duración de sus impresionantes inmersiones. No está mal como trucos, ¿eh?
Las focas tienen una gruesa capa de grasa llamada blubber: es una reserva de energía gigante y un aislante térmico eficaz. Esta capa grasa limita fuertemente la pérdida de calor en el agua helada y protege los órganos vitales durante las inmersiones profundas y prolongadas. Gracias a esto, mantienen su temperatura corporal constante sin agotar demasiado su organismo. En lugar de desperdiciar su energía en un calentamiento corporal constante, conservan sus recursos para atrapar a sus presas y permanecer sumergidos más tiempo. Menos calorías gastadas innecesariamente, más tiempo y energía para bucear profundamente y durante mucho tiempo.
Las focas utilizan estrategias elaboradas para capturar eficazmente a sus presas. A menudo prefieren un enfoque de emboscada, permaneciendo inmóviles bajo el agua para sorprender a los peces o calamares en el momento adecuado. Algunas focas descienden a grandes profundidades siguiendo verticalmente a sus presas: una técnica llamada persecución vertical. Otras dominan el reconocimiento auditivo y visual, aprovechando la más mínima vibración o el movimiento de su cena para ajustar precisamente su ataque. También optimizan sus desplazamientos al dirigirse a las zonas donde la densidad alimentaria es máxima, lo que ahorra su valiosa reserva energética y les permite permanecer bajo el agua más tiempo. Muchas practican la caza en solitario, pero algunas especies colaboran ocasionalmente en cacerías más complicadas, aumentando así su probabilidad de conseguir un festín mientras limitan el esfuerzo individual.
La foca de Weddell posee uno de los récords de inmersión más impresionantes entre las focas, sumergiéndose regularmente a más de 600 metros de profundidad y permaneciendo bajo el agua hasta 80 minutos.
Cuando se sumergen, las focas reducen voluntariamente su frecuencia cardíaca a menos de diez latidos por minuto, lo que les permite ahorrar considerablemente oxígeno durante sus excursiones submarinas.
A diferencia de los humanos, las focas almacenan gran parte de su oxígeno no en sus pulmones, sino directamente en sus músculos gracias a una proteína específica llamada 'mioglobina', lo que les proporciona una resistencia extraordinaria durante la inmersión.
Para proteger su cerebro y su corazón durante las inmersiones profundas, las focas pueden dirigir la mayor parte de su reserva de sangre oxigenada hacia estos órganos vitales, reduciendo la circulación sanguínea hacia su piel y sus extremidades.
Los focas tienen adaptaciones fisiológicas como el colapso selectivo de los pulmones y la gestión eficiente de las reservas de oxígeno. Esto les permite minimizar la acumulación de nitrógeno en su organismo, evitando así los riesgos de accidentes de descompresión.
Según las especies, las focas se alimentan principalmente de peces, calamares, pulpos o incluso de crustáceos. Sus inmersiones profundas les permiten acceder a fuentes de alimento abundantes, inaccesibles para sus depredadores terrestres.
Los principales depredadores naturales de las focas son las orcas y los grandes tiburones blancos. En tierra, las focas jóvenes también pueden estar amenazadas por depredadores como los zorros y los osos polares, dependiendo de la ubicación geográfica.
La mayoría de las especies de focas pueden permanecer bajo el agua durante aproximadamente 20 a 30 minutos, pero algunas especies, como el elefante marino austral, pueden superar fácilmente los 90 minutos e incluso alcanzar las dos horas gracias a sus extraordinarias adaptaciones fisiológicas y anatómicas.
Ciertas focas, como el elefante marino austral, pueden superar los 2000 metros de profundidad y mantenerse bajo el agua durante más de dos horas, lo que constituye un verdadero récord entre los mamíferos marinos.
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