Las llamas bailan en una vela debido a las variaciones de temperatura y densidad del aire alrededor de la llama. Estas fluctuaciones crean corrientes de aire que agitan la llama, dándole así un movimiento oscilante.
Una llama es una mezcla caliente de gases en combustión, compuesta principalmente de vapor de cera, oxígeno y diversos productos derivados de su combustión, como el dióxido de carbono y el agua. En el centro, aspira la cera derretida a través de la mecha, que sube por capilaridad y se vaporiza con el calor. Esta región interna, azulada y más fría, alimenta continuamente la reacción química. A medida que nos movemos hacia el exterior de la llama, el oxígeno del aire exterior provoca una combustión más completa y calienta mucho más, lo que explica que aparezca amarilla y luminosa en su contorno. Estos intercambios gaseosos constantes crean una dinámica inestable, ya que los diferentes gases calientes ascienden rápidamente, mientras que el aire frío fluye por los lados. Es este turbulento movimiento de convección el que le da a la llama su característica forma danzante y titilante.
Las llamas se mueven principalmente debido a las corrientes de aire, incluso las más débiles. Un ligero desplazamiento de aire es suficiente para desviar la forma y la altura de la llama, al modificar la cantidad de oxígeno disponible. La llama busca ascender porque los gases calientes son más ligeros, pero el aire ambiental, más fresco, genera intercambios térmicos constantes con ella. Estos intercambios térmicos hacen que la temperatura alrededor de la vela sea inestable y crean pequeños remolinos. Como resultado, estos pequeños remolinos enfrían ligeramente ciertos lugares de la llama, lo que hace que parpadee constantemente, dándole ese aspecto danzante típico.
En una llama, reacciones químicas rápidas producen gases calientes que ascienden, y es ahí donde las cosas se vuelven caóticas. Estas reacciones crean zonas locales de temperatura y de concentración gaseosa inestables, lo que provoca una especie de pelea permanente a pequeña escala entre diferentes capas de gas. Esto genera vórtices internos microscópicos y perturbaciones llamadas inestabilidades de combustión, que dan ese aspecto danzón y titilante típico de la llama. Estos movimientos internos se acentúan por diferencias locales en la difusión química, el calor, así como por diminutas variaciones de presión. Es como si la llama pasara su tiempo reajustándose constantemente, sin nunca lograrlo realmente.
La llama de una vela es una mezcla continua de aire fresco y de gases calientes producidos por la cera derretida. Estos gases deben mezclarse perfectamente con el aire ambiente, rico en oxígeno, para quemarse adecuadamente. Pero esta mezcla no se realiza de manera homogénea o lineal. Hay pequeñas variaciones en la concentración de oxígeno o vapor de cera: esto se llama difusión gaseosa. Esta variación local afecta la temperatura y la densidad de los gases presentes, deformando su circulación. ¿El resultado? La llama oscila, se agita y baila sin cesar. Cuanto más irregular es la difusión, más agitada e inestable será la llama, como si estuviera buscando su equilibrio sin encontrarlo realmente.
En microgravedad (como en el espacio), las llamas adoptan una forma esférica y arden más lentamente. Este fenómeno particular es el resultado de la ausencia de convección, que afecta profundamente la manera en que los gases calientes ascienden y cómo el oxígeno alimenta la llama.
El color de una llama indica su temperatura: una llama azul es más caliente que una llama amarilla o naranja. El color azul proviene de una combustión completa y más eficiente del combustible.
Una vela encendida puede producir hasta 1,5 millones de diminutas partículas de hollín por segundo. Estas diminutas partículas son en parte responsables del color anaranjado de la llama habitual de una vela.
Si acercas un objeto frío, como una cuchara de metal, a una llama de vela, la llama parece ser atraída hacia el objeto. Esto se debe a que la disminución local de temperatura crea una corriente de convección que modifica así la forma y la dirección de la llama.
Una llama titilante suele ser un signo de corrientes de aire o inestabilidad en la combustión. Este fenómeno en sí mismo no es peligroso, pero indica que la llama puede ser apagada o dispersada más fácilmente. Por lo tanto, se aconseja verificar las condiciones alrededor de la vela para evitar cualquier incidente.
Sí, absolutamente. Una mecha más grande proporciona más combustible (cera derretida) a la llama, aumentando así su tamaño, su luminosidad y su inestabilidad dinámica. Esto puede hacer que la llama baile más bajo el efecto incluso de una ligera corriente de aire o de variaciones locales en el oxígeno.
La extinción súbita de una llama proviene a menudo de una breve interrupción en el suministro de oxígeno o combustible. Esto puede ocurrir debido a una turbulencia en el aire, una corriente de aire brusca o porque la mecha ya no puede absorber suficiente cera derretida para alimentar la llama.
La base de una llama es azul debido a una combustión completa y más caliente, gracias a la cantidad suficiente de oxígeno. Esto produce menos partículas carbonizadas incandescentes que en la parte superior de la llama, de donde proviene el característico color azulado.
Una llama que produce humo negro generalmente significa que tu vela carece de oxígeno o que la combustión no está completamente optimizada. Comúnmente, reducir el tamaño del pabilo o asegurar una mejor circulación de aire alrededor de la llama es suficiente para corregir este problema.
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Question 1/5