Las nubes no se forman en forma de bolas. Toman diversas formas dependiendo de las condiciones atmosféricas como la temperatura, la humedad y el movimiento del aire.
Cuando el aire caliente cargado de humedad asciende, su temperatura disminuye progresivamente. Al enfriarse, el aire se vuelve incapaz de retener todo el vapor de agua que contenía: llega a un estado de saturación. Es el momento preciso en el que este vapor comienza a transformarse en pequeñas gotitas líquidas visibles en forma de nube. Cuanto más húmedo está el aire, más rápidamente comenzará la condensación, formando así esas estructuras redondeadas y esponjosas que a menudo vemos flotando en el cielo. Por el contrario, un aire seco enfriado prácticamente no produce nubes, ya que simplemente carece de humedad para iniciar la condensación.
Las masas de aire caliente y húmedo, más ligeras, ascienden en la atmósfera. Este ascenso se llama corriente ascendente. Cuando el aire sube, se enfría poco a poco, y a cierta altitud, alcanza el nivel propicio para la condensación. En ese momento preciso aparecen las primeras gotitas y el inicio de la formación de la nube. Cuanto más potentes y regulares son los movimientos ascendentes, más se desarrollan las nubes en altura, dando a menudo una apariencia en forma de bola o de mechón (cumulus). Estos movimientos verticales explican sobre todo por qué algunas nubes parecen tener "bultos" redondeados muy marcados en su parte superior.
Las nubes se forman cuando el aire caliente cargado de humedad asciende y termina por enfriarse en altura. Al enfriarse, este exceso de humedad pasa de gaseoso a líquido: es la famosa condensación. Un montón de diminutas partículas en suspensión, como polvo o polen, funcionan entonces como núcleos alrededor de los cuales las gotas de agua se adhieren. Cuantas más gotas se formen, más visible y denso se vuelve la nube, tomando progresivamente su silueta algodonosa tan reconocible. Así es como el aire invisible se transforma en una nube blanca, suspendida tranquilamente sobre nuestras cabezas.
En una nube, cada gotita de agua flota primero de manera separada, minúscula y aislada. Poco a poco, estas diminutas gotas se acercan, chocan y acaban fusionándose: eso es lo que se llama aglomeración. Este proceso ocurre en todas direcciones, dando naturalmente lugar a formas bastante redondeadas. ¿Por qué? Simplemente porque una esfera es la forma geométrica que necesita menos energía para existir. Así, cuando las gotas se fusionan por múltiples colisiones, adoptan esta estructura redondeada, un poco como las gotas de lluvia en un cristal. Todo esto crea grupos de gotas más grandes, lo que explica por qué las nubes suelen adoptar este aspecto suave, esponjoso y redondeado.
Las turbulencias en el aire van a agitar naturalmente las masas de aire húmedo, facilitando la formación de estructuras redondeadas. Imagina cuando mezclas delicadamente un líquido espeso en un vaso: a menudo se forman remolinos circulares. Lo mismo ocurre en la atmósfera: los movimientos caóticos del aire empujan las gotas de agua a agruparse en pequeñas esferas en lugar de extenderse en capas uniformes. Estas corrientes irregulares crean zonas particulares donde la humedad se reúne más fácilmente, formando así lo que vemos como nubes todo algodonosas y típicamente abombadas.
En promedio, una gota de agua en una nube tiene un diámetro de aproximadamente 20 micrómetros, ¡lo que es 50 veces más delgado que un cabello humano! A pesar de este pequeño tamaño, son estas millones de gotitas las que determinan la apariencia y la forma de la nube.
La atmósfera terrestre contiene permanentemente suficiente humedad para producir alrededor de 37,5 millones de billones de litros de agua en forma de vapor; ¡esto es aproximadamente seis veces más que el agua contenida en todos los ríos y corrientes de nuestro planeta juntos!
La nube cumulonimbus, fácilmente reconocible por su forma redondeada en la parte superior y su aspecto de coliflor gigante, puede alcanzar una altura que supera la del monte Everest (¡más de 8,800 metros)! Es responsable de las tormentas más violentas.
Las nubes parecen blancas porque sus diminutas gotitas difunden la luz de manera uniforme en todas las direcciones. Cuando estas gotitas se vuelven más grandes, absorben más luz, lo que da un color gris o oscuro a la nube.
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Question 1/5