La tecnología de blockchain se considera segura para las transacciones digitales debido a su estructura descentralizada que hace que los datos sean inmutables, su transparencia y su principio de consenso entre los participantes, reduciendo así los riesgos de fraude y falsificación.
La blockchain está compuesta por ordenadores independientes distribuidos por todo el mundo, sin un centro ni un líder único. Cada ordenador (o nodo) tiene una copia completa de los datos. Por lo tanto, incluso si varias máquinas fallan o son atacadas, toda la red sigue funcionando tranquilamente, ya que todas las demás máquinas mantienen la misma información de manera segura. Este aspecto descentralizado hace que el sistema sea hiperseguro, robusto y resistente a cortes o ataques masivos: alcanzar o controlar todos esos nodos al mismo tiempo es una misión casi imposible.
La blockchain utiliza la criptografía asimétrica para asegurar las transacciones. Concretamente, cada usuario posee dos claves: una clave privada (secreta) y una clave pública (compartida con todos). Cuando alguien quiere realizar una transacción, la firma digitalmente con su clave privada; esto actúa como una especie de firma electrónica única imposible de falsificar. Los otros usuarios pueden verificar con la clave pública asociada que la firma proviene de la persona correcta, sin haber tenido nunca acceso a la clave privada. Este sistema garantiza la autenticación de los usuarios y la confidencialidad de la información, ya que solo aquellos que poseen la clave correcta pueden acceder o validar los datos cifrados. Es un poco como un buzón blindado donde todo el mundo puede depositar, pero solo el propietario tiene la llave para abrirlo.
Con la blockchain, tan pronto como se introduce un dato, se congela en un bloque, firmemente ligado al anterior por lo que se llama un hash (una especie de huella digital única). Esto forma una cadena sólida donde cada adición depende del conjunto anterior: cambiar solo una letra, un número o una coma dentro de ella es modificar completamente la huella digital del bloque correspondiente (y de todos los que vienen después). En otras palabras, para falsificar un solo pequeño fragmento, habría que desmontar y rehacer todos los bloques siguientes en todas las computadoras que mantienen una copia de la blockchain. Misión imposible. Este método hace que la información almacenada sea auténtica, difícilmente alterable y ultraconfiable a largo plazo.
La blockchain está asegurada gracias a mecanismos de consenso distribuido, es decir, que todos los participantes de la red verifican juntos cada transacción. En lugar de que una sola persona decida si es válida o no, cada computadora (llamada nodo) aporta su voto. Si la mayoría está de acuerdo, la transacción se valida. Este voto común impide que una minoría malintencionada distorsione o manipule la información. Diferentes blockchains tienen diferentes sistemas de consenso, como por ejemplo la prueba de trabajo (donde las computadoras resuelven acertijos complejos) o la prueba de participación (donde los usuarios "apuestan" una parte de sus tokens digitales). Estos sistemas hacen que atacar o engañar a la red se vuelva demasiado difícil o costoso. Resultado: la confianza en las transacciones se basa en toda la red en lugar de en una sola persona o institución.
Todas las transacciones realizadas en una blockchain se registran de forma abierta y consultable por cualquier persona. Esta transparencia permite a cada uno seguir fácilmente el camino recorrido por una transacción digital, como una especie de registro público gigante accesible en cualquier momento. Esta visibilidad hace que el fraude o las manipulaciones sean mucho más complejos, no se pueden borrar discretamente las huellas digitales. Y en caso de problema, es relativamente sencillo rastrear el origen de una operación, lo que aumenta la confianza de los usuarios. Esta capacidad de seguir con precisión cada operación –un poco como si se siguieran las migas de un pequeño pulgarcito digital– garantiza una trazabilidad robusta, esencial, en particular, para validar, auditar o verificar información sensible como los intercambios financieros o las cadenas logísticas.
Cada bloque de transacciones añadido a una blockchain contiene una referencia criptográfica directa y única al bloque anterior, ofreciendo así una seguridad óptima y facilitando el control de la integridad de los datos.
La primera utilización notable de la tecnología blockchain se remonta a 2009, con la creación de Bitcoin, que sigue siendo hoy la criptomoneda más famosa que utiliza este sistema.
A diferencia de los bancos tradicionales, la blockchain no requiere ninguna autoridad central para validar las transacciones, lo que reduce los riesgos de error humano o fraude centralizado.
Aunque es extremadamente resistente a los ataques, la blockchain no está completamente inmunizada contra los hackeos. Sin embargo, estos hackeos generalmente tienen como objetivo plataformas de intercambio mal aseguradas y no la blockchain en sí.
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