Algunos países prohíben las encuestas electorales antes de las elecciones para evitar influir en el voto de los electores. Al mantener los resultados desconocidos, se preserva la libre voluntad de los ciudadanos sin verse influenciados por supuestas tendencias.
Las encuestas electorales publicadas justo antes de una votación pueden empujar a algunos votantes a adoptar un comportamiento de voto útil. Típicamente, esto ocurre cuando los votantes cambian su elección en el último momento para apoyar a un candidato que parece estar en mejor posición, en lugar de su verdadera preferencia inicial. Estas prohibiciones buscan evitar el efecto de imitación o arrastre, donde los votantes simplemente siguen lo que hacen los demás, influenciados por las tendencias mostradas en las encuestas. Los votantes indecisos también pueden sentirse tentados a unirse al campo del supuesto ganador, solo porque las encuestas dicen que es él quien va a ganar. Esto se llama "efecto de arrastre", una forma de conformismo electoral. El objetivo principal es, por lo tanto, garantizar una elección lo más representativa posible de las preferencias reales de los votantes, sin que estos sean innecesariamente influenciados por cifras difundidas justo antes de la votación.
Durante los períodos electorales, algunos utilizan las encuestas para orientar sutilmente la opinión pública. Al publicar encuestas engañosas o sesgadas, crean una ilusión de popularidad o de impopularidad de ciertos candidatos. Este fenómeno se llama efecto bandwagon: los votantes se agrupan en torno al candidato presentado como favorito. Por el contrario, el efecto underdog impulsa a otros votantes a apoyar a un candidato por simpatía, porque se le presenta como perdedor. Al prohibir temporalmente las encuestas, las autoridades buscan sobre todo evitar estas manipulaciones furtivas que desnaturalizan el debate democrático.
Prohibir las encuestas antes de una elección permite evitar que solo las formaciones políticas más grandes o los candidatos ya muy populares sean destacados. Con demasiadas encuestas públicas, los pequeños candidatos o partidos a menudo corren el riesgo de ser marginalizados: se habla menos de ellos y, por lo tanto, parecen menos creíbles a los ojos de los votantes. Una prohibición temporal ayuda a asegurar que cada uno tenga una cierta visibilidad equitativa. ¿El objetivo? Que los votantes puedan votar sin que la imagen de los candidatos se vea distorsionada por un efecto de "favorito" o de "perdedor anunciado" impuesto por las encuestas. Esto garantiza más equidad, ya que cada candidato tiene una oportunidad más justa de convencer al público con sus propuestas en lugar de tener que luchar contra una imagen preconcebida.
Cuando se publican encuestas justo antes de la votación, los medios y comentaristas se entusiasman rápidamente, analizan la más mínima tendencia y a veces crean un ambiente de suspenso artificial. Estas prácticas a menudo refuerzan las especulaciones y la carrera desenfrenada por predicciones impactantes. Por lo tanto, algunos países prefieren prohibir estas encuestas preelectorales, con el fin de calmar esta fiebre mediática. El objetivo es tener un período antes de la elección más tranquilo, sin esta presión de saber quién puede ganar en cualquier momento, y sin los medios que a veces transforman la elección en un verdadero partido deportivo, lleno de rumores e incertidumbres.
El concepto de "efecto bandwagon" ("efecto de arrastre") describe un fenómeno en el que ciertos votantes tienden a votar por el candidato o el partido que lidera las encuestas, lo que constituye precisamente una de las razones para imponer prohibiciones temporales de difusión de encuestas.
En Alemania, las encuestas electorales normalmente están permitidas hasta el día de las elecciones, pero su difusión está estrictamente regulada, especialmente al prohibir cualquier comentario que pueda influir directamente en la decisión de los votantes el mismo día de la votación.
En Francia, la publicación de encuestas electorales está prohibida durante la víspera y el mismo día de una votación para evitar cualquier influencia de última hora sobre los votantes.
Algunos países no solo limitan las encuestas, sino también las actividades electorales en su conjunto durante el período inmediatamente anterior a las elecciones: esta es la noción de «período de silencio electoral», destinada a permitir una reflexión serena antes de la votación.
Sí, algunas alternativas incluyen una mejor regulación de la metodología de las encuestas y una mayor obligación de transparencia sobre su financiamiento, su metodología y los márgenes de error aplicables, con el fin de informar correctamente al público sin restringir totalmente la publicación.
Varios países prohíben temporalmente la publicación de encuestas antes de las elecciones, entre ellos se encuentran Francia, Italia, España y Canadá, con duraciones variables que van desde 24 horas hasta varias semanas antes de la votación.
Efectivamente, algunos ciudadanos pueden acceder a encuestas publicadas en medios extranjeros a través de Internet, lo que reduce la efectividad de esta prohibición y plantea preguntas sobre la pertinencia de las restricciones nacionales en la era digital.
Los opositores a esta prohibición argumentan que limita la libertad de expresión e información. También consideran que el público tiene derecho a estar informado hasta el último momento para aclarar su elección electoral.
Sí, varios estudios muestran que efectos como el 'voto útil' o el efecto 'bandwagon' (unirse a la mayoría percibida) pueden aparecer cuando los votantes están expuestos a resultados de encuestas, reduciendo así la espontaneidad de las elecciones electorales.

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