Es esencial mantenerse hidratado en altitud durante una caminata en la montaña porque el aire seco y enrarecido provoca un aumento en la pérdida de agua a través de la respiración y la transpiración, lo que puede llevar a una deshidratación rápida y problemas de salud.
En altitud, debido al aire más frío y seco, pierdes mucho más agua simplemente al respirar. Tu cuerpo respira más rápido para captar suficiente oxígeno, lo que provoca aún más pérdidas de líquidos por la respiración. Allí arriba, sudas sin darte cuenta, ya que el sudor se evapora rápidamente, lo que agrava la situación. Al mismo tiempo, orinas con más frecuencia debido a una reacción normal de tu cuerpo ante la altitud: por lo tanto, esto acentúa aún más tus pérdidas de líquido. Todo esto junto, corres el riesgo de deshidratarte muy rápido, a menudo sin siquiera darte cuenta.
En la montaña, cuando se instala la deshidratación, se pierde rápidamente el control. Incluso una deshidratación leve provoca una caída brusca en el rendimiento físico: piernas pesadas, fatiga anormal y dificultad para avanzar se convierten rápidamente en una constante. La falta de agua también afecta el mental, provocando trastornos en la concentración, una capacidad de decisión ralentizada o imprecisa, e incluso pequeños episodios de confusión. Otro fenómeno que no se debe tomar a la ligera: a gran altura, respiras más rápido y más profundamente para compensar la falta de oxígeno, lo que acelera la pérdida de agua por el aire espirado. Si no bebes lo suficiente, aumentas considerablemente el riesgo de dolores de cabeza, e incluso de desarrollar el famoso mal agudo de montaña, que ya es bastante desagradable en sí mismo y podría acortar tu aventura. Finalmente, una gran deshidratación severa puede convertirse rápidamente en un problema serio, con un riesgo real de mareos, caídas o incluso accidentes más graves. En la montaña, juegas mucho, el agua sigue siendo tu aliada número uno.
Durante una caminata en montaña, una de las primeras señales de deshidratación es la sensación de sed aumentada. Si comienzas a tener la boca muy seca, ya es una señal a tener en cuenta. También puedes sentir una fatiga inusual, incluso si el esfuerzo no es tan intenso. Algunos excursionistas a menudo notan el inicio de un dolor de cabeza o una ligera sensación de mareo, a veces acompañada de dificultades para concentrarse o para mantenerse atento al entorno. El color oscuro de la orina también es muy revelador: cuanto más oscura se vuelve tu orina, más te dice claramente tu cuerpo que le falta agua. Aunque estos síntomas parezcan benignos al principio, no los tomes a la ligera, ya que a esta altitud, la situación puede empeorar rápidamente.
Siempre lleva una botella o pouch de agua de fácil acceso para beber a pequeños sorbos regularmente, incluso si no sientes mucha sed. Intenta beber alrededor de medio litro de agua cada hora, ajustando según tus necesidades, el calor o el esfuerzo. Lleva bebidas ligeramente azucaradas o isotónicas para reemplazar más fácilmente los sales perdidos por el sudor. Aprovecha las pausas para beber un poco más y aprovechar para picar un snack rico en sales minerales. Piensa en sopas instantáneas o bebidas calientes en altitud, útiles para calentarte mientras te hidratas agréablemente. Presta atención a las señales de tu sed: si sientes que tu boca se seca o que tu sensación de sed aumenta, aumenta directamente tu ritmo de hidratación.
Una trampa clásica es esperar a tener sed para beber: en altitud, la sensación de sed llega a menudo demasiado tarde. Otro error frecuente es descuidar la hidratación durante las pausas rápidas. Incluso unos minutos de parada son buenos para beber. ¡Evita también las bebidas alcohólicas en altitud: aumentan la deshidratación y amplifican los efectos de la altitud! No apuestes todo por el agua pura, ya que no reemplaza los minerales perdidos por la transpiración. Piensa en tomar regularmente una bebida que aporte un poco de sodio y otros minerales esenciales. Finalmente, ten cuidado con el frío: puedes olvidar beber cuando hace fresco, ya que sientes menos sed, ¡pero tu cuerpo pierde líquidos igual!
En altitud, la sensación de sed puede disminuir significativamente a pesar de una fuerte pérdida de líquidos. Por lo tanto, es esencial beber regularmente sin esperar a sentir sed.
¿Sabías que respirar a gran altitud provoca naturalmente un aumento de la pérdida de agua por la respiración? Esto acentúa la necesidad de compensar con una hidratación adecuada.
Beber suficiente agua en altitud no solo facilita la gestión de los efectos del mal de altura agudo, sino que también mejora las capacidades físicas generales, como la resistencia al esfuerzo o la endurance.
Las temperaturas frescas en altitud pueden hacer que subestimes la cantidad de agua que tu cuerpo necesita, mientras que, por el contrario, el aire frío y seco acelera la pérdida de agua corporal.
No, es esencial beber regularmente, incluso cuando no sientes sed. A gran altitud, el cuerpo pierde más agua a través de la transpiración, la respiración y la orina, lo que reduce la sensación natural de sed mientras que el riesgo de deshidratación aumenta considerablemente.
Aunque el agua pura suele ser suficiente, las bebidas isotónicas pueden ser beneficiosas para compensar rápidamente las pérdidas de minerales (electrolitos) debidas a la sudoración excesiva. Alternar agua y bebidas enriquecidas con electrolitos puede ser una buena práctica para mantener el equilibrio hídrico del cuerpo.
Un indicador simple es vigilar el color y la frecuencia de tu orina. Una orina clara o ligeramente amarillenta indica una buena hidratación, mientras que una orina oscura a menudo señala el inicio de la deshidratación. A gran altitud, intenta beber con frecuencia en pequeñas porciones en lugar de grandes cantidades espaciadas en el tiempo.
Sí, incluso a gran altitud, el agua de los arroyos y fuentes naturales puede contener microorganismos o parásitos. Se recomienda encarecidamente purificar el agua utilizando filtros, tabletas de purificación o hirviendo el agua para evitar cualquier riesgo de infección gastrointestinal.
Sí, aunque es raro, una hidratación excesiva puede provocar una dilución demasiado importante del sodio en su organismo (hiponatremia). Para evitar esto, escuche a su cuerpo y beba de manera gradual, complementando regularmente su ingesta de minerales, por ejemplo, consumiendo aperitivos salados.
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