Cuando lloramos, los ojos se vuelven rojos porque las lágrimas contienen enzimas y proteínas que pueden irritar los ojos y causar una inflamación de los vasos sanguíneos, lo que da ese color rojo a los ojos.
Las lágrimas son producidas por las glándulas lacrimales, situadas debajo del párpado superior. Estas glándulas secretan un líquido compuesto principalmente de agua, pero también de sales minerales, proteínas y enzimas como el lisozima. En cada parpadeo, el párpado distribuye este líquido para formar una fina capa protectora sobre la superficie del ojo. Sirve para hidratar, limpiar y proteger nuestros ojos contra los microbios y otras impurezas. Cuando sentimos una emoción intensa, nuestro cerebro envía señales nerviosas que dan a las glándulas lacrimales la orden de aumentar su producción. Como resultado, liberan un exceso de líquido que se derrama en forma de llanto.
Cuando lloramos durante mucho tiempo, nuestro cuerpo reacciona aumentando la circulación sanguínea directamente alrededor de los ojos. En resumen, los pequeños vasos sanguíneos en la superficie del ojo y en la conjuntiva (la membrana transparente que cubre el ojo) se dilatan y se llenan más de sangre. Como resultado, los ojos se vuelven visiblemente rojos ya que estos vasos dilatados se hacen más visibles a través de la fina capa transparente de la superficie ocular. Esta reacción se debe al sistema nervioso autónomo (el que maneja inconscientemente muchas funciones de nuestro cuerpo). Al frotarse o secarse los ojos, este fenómeno puede acentuarse aún más, empujando más sangre hacia la superficie y aumentando notablemente la sensación de molestia y el enrojecimiento visible.
Cuando lloramos, las lágrimas contienen una buena cantidad de sal. Esta sal, cuando permanece demasiado tiempo en la superficie del ojo, puede perturbar su película protectora natural. Resultado: el ojo se irrita más fácilmente. Además, al frotarse mecánicamente los ojos al llorar, se corre el riesgo de agravar esta irritación, y eso estimula reacciones inflamatorias que provocan el famoso enrojecimiento. En otras palabras, es un poco como si los ojos se defendieran de una agresión pasajera: reaccionan volviéndose completamente rojos, sensibles y ligeramente hinchados.
Cuando lloras, tus ojos pueden interpretar ciertas sustancias de las lágrimas como ligeros irritantes. Tu sistema inmunológico reacciona lanzando la alerta: células llamadas mastocitos liberan entonces histamina. Esta histamina provoca rápidamente una dilatación de los vasos sanguíneos en el ojo. Resultado: tus ojos se enrojecen y se hinchan. Esta reacción es normal, pero obviamente molesta si intentas esconder que has llorado.
El enrojecimiento de los ojos después de llorar varía de una persona a otra, según su sensibilidad individual. Cada persona posee una reactividad ocular diferente: algunos sienten un enrojecimiento pronunciado con solo unas pocas lágrimas, mientras que otros lloran durante mucho tiempo con pocas marcas visibles. Esta diferencia depende de factores como el grosor de la piel alrededor de los ojos, la facilidad con la que los vasos sanguíneos se dilatan y la predisposición genética. Aquellos con ojos sensibles o con piel muy delgada suelen mostrar el enrojecimiento más fácilmente y más rápidamente que los demás. De igual manera, las personas que sufren de alergias estacionales o de enfermedades inflamatorias como la rosácea son más propensas a una irritación marcada tan pronto como derraman unas lágrimas.
El fenómeno de los "ojos rojos" después de haber llorado ocurre en parte porque tus capilares sanguíneos se dilatan fuertemente debido a la emoción y la estimulación mecánica provocada por frotarse los ojos.
Algunos estudios indican que después de haber llorado, nuestro cuerpo libera naturalmente endorfinas. Esto explicaría por qué muchas personas se sienten aliviadas después de llorar: actúa como una forma de calma natural.
¿Sabías que los humanos son la única especie que llora para expresar emociones específicas como la tristeza o la alegría? En los otros animales, las lágrimas cumplen exclusivamente una función protectora e hidratante.
Existen tres tipos diferentes de lágrimas: las lágrimas basales, que mantienen los ojos húmedos; las lágrimas reflejas, provocadas por irritantes como el humo de cebolla; y las lágrimas emocionales, que vertemos en situaciones estresantes o conmovedoras.
Contener las lágrimas de forma ocasional no suele ser malo para la salud ocular. Sin embargo, llorar cumple un papel natural para eliminar partículas irritantes y aliviar el ojo. Una retención constante podría favorecer la acumulación de estrés emocional, así como una irritación prolongada de los ojos.
Para disminuir rápidamente el enrojecimiento ocular después de llorar, puedes aplicar una compresa fría o usar gotas hidratantes para refrescar y calmar tus ojos. Asegúrate también de parpadear con regularidad para restablecer la lubricación natural.
La sensibilidad individual juega un papel importante en el enrojecimiento ocular después de llorar. Algunas personas tienen vasos sanguíneos más sensibles o una piel más fina en la zona ocular, lo que las hace más propensas a un enrojecimiento visible.
Cuando lloras, la composición química de las lágrimas emocionales difiere de la de las lágrimas regulares. Estas lágrimas contienen más proteínas y otras sustancias irritantes que pueden provocar una sensación de escozor o incomodidad en los ojos después de haber llorado durante mucho tiempo.
No: las emociones intensas no son la única razón por la que los ojos se vuelven rojos. Otros factores, como las alergias, la fatiga ocular, la sequedad o la exposición a irritantes externos, también pueden provocar este síntoma.
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