Las corrientes marinas son principalmente causadas por el viento, la rotación de la Tierra y las diferencias de temperatura y salinidad del agua en los océanos.
La Tierra gira constantemente sobre sí misma, y esto no es sin consecuencias para los océanos. Debido a esta rotación, aparece una fuerza llamada fuerza de Coriolis. Esta última desvía los movimientos de agua: hacia la derecha en el hemisferio norte y hacia la izquierda en el hemisferio sur. Por lo tanto, los océanos no siguen un simple trayecto rectilíneo, sino que adoptan trayectorias curvadas. Concretamente, esta fuerza ayuda a crear grandes sistemas de circulación llamados giros oceánicos, que moldean de manera duradera las corrientes marinas.
El viento sopla en la superficie de los océanos y forma lo que se llama corrientes de superficie. Estas corrientes arrastran el agua con ellas, casi como cuando soplas sobre una taza de café para mover la espuma en la superficie. El fenómeno se extiende hasta aproximadamente 100 metros de profundidad. Los grandes vientos regulares, como los aliseros o los vientos del oeste, crean movimientos vastos, regulares y bien organizados en la superficie de los océanos. Debido a la rotación de la Tierra, las corrientes francesas no van en línea recta, sino que siguen una trayectoria ligeramente desviada. Este fenómeno se llama fuerza de Coriolis. Así es como nacen los grandes remolinos oceánicos, o giros, que agitan el agua a lo largo de miles de kilómetros.
La temperatura y la salinidad hacen que el agua de mar sea más o menos densa, lo que provoca movimientos importantes en los océanos. El agua caliente, más ligera, permanece en la superficie, mientras que el agua fría, más pesada, se hunde hacia las profundidades. Lo mismo ocurre con la salinidad: un agua muy salada es más densa, por lo tanto, se hunde, mientras que un agua dulce o poco salada flota por encima. La combinación de estas diferencias crea una circulación permanente llamada circulación termohalina, comparable a una gigantesca cinta transportadora que mezcla los océanos de todo el mundo. Esta circulación influye enormemente en el clima global, ya que transporta calor, oxígeno y nutrientes a largas distancias a través de los océanos, afectando directamente los medios marinos e incluso nuestro clima.
Las mareas que observamos todos los días son principalmente causadas por la atracción gravitacional de la Luna (y también un poco del Sol). Como el agua se mueve constantemente, se deforma formando bultos, creando ascensos y descensos diarios del nivel del mar. Al desplazarse, estas masas de agua generan corrientes regulares, que influyen principalmente en los mares cercanos a las costas o en los estrechos. Algunas zonas del globo incluso experimentan corrientes muy potentes, llamadas corrientes de marea, capaces de transportar importantes cantidades de sedimentos y nutrientes esenciales para los ecosistemas marinos. Finalmente, junto a las grandes corrientes oceánicas causadas por otros fenómenos, el efecto de la marea puede no ser gigantesco a escala planetaria, pero sigue siendo esencial cerca de las costas, moldeando incluso la vida marina local.
Los continentes forman una especie de barreras que redirigen y modelan el trayecto de las corrientes oceánicas. Por ejemplo, cuando el agua encuentra una masa continental, cambia de dirección, creando bucles llamados giros. La posición particular de América del Sur influye fuertemente en la poderosa corriente marina llamada corriente circumpolar antártica, que recorre tranquilamente la Antártida, precisamente porque no tiene ningún continente en su camino. Por el contrario, la estrechez de ciertos pasos entre continentes provoca aceleraciones impresionantes, como la observada en el estrecho de Gibraltar. Sin continentes colocados como están, las corrientes oceánicas tendrían sin duda un aspecto muy diferente.
El Niño y La Niña son fenómenos oceánicos periódicos relacionados con las variaciones de las corrientes marinas en el océano Pacífico ecuatorial. Son capaces de afectar los climas y las condiciones meteorológicas en todo el mundo, provocando sequías o lluvias abundantes.
La Corriente del Golfo, una corriente marina cálida situada en el océano Atlántico, transporta una cantidad de agua estimada en aproximadamente 100 veces más que todos los ríos del mundo juntos. ¡Es gracias a esta poderosa corriente que Europa disfruta de un clima templado!
Algunas corrientes oceánicas forman gigantescos remolinos llamados giros. En el océano Pacífico Norte, se ha formado el Gran Parche de Basura del Pacífico, una acumulación de desechos plásticos, precisamente en una de estas zonas de giro.
El océano Antártico es recorrido por la corriente circumpolar antártica, la única corriente oceánica que circula libremente alrededor del globo sin interrupción por los continentes. Desempeña un papel importante en la regulación del clima mundial.
Las corrientes de superficie son principalmente generadas por el viento y están influenciadas por la rotación de la Tierra; se encuentran en las capas superiores del océano. En cambio, las corrientes profundas son causadas principalmente por las diferencias de temperatura y salinidad; se forman en los polos y circulan lentamente por el fondo de los océanos.
La Corriente Circumpolar Antártica (CCA), también conocida como la corriente de los vientos del oeste, se considera la corriente marina más poderosa del mundo. Rodea completamente la Antártida y desempeña un papel fundamental en la regulación térmica planetaria.
Las corrientes marinas influyen en la distribución de nutrientes, organismos y temperaturas en el océano. Favorecen el mezclado de aguas ricas en nutrientes hacia la superficie, lo que permite que los ecosistemas marinos prosperen e influye en las migraciones de las especies marinas.
Indirectamente, las actividades humanas como la emisión de gases de efecto invernadero que influyen en el cambio climático pueden afectar las corrientes marinas. Por ejemplo, el aumento del deshielo de los polos modifica la densidad y la salinidad de los océanos, perturbando potencialmente la circulación oceánica global.
Sí, las corrientes oceánicas juegan un papel importante en la regulación del clima al transportar aguas cálidas y frías a través del globo. Por ejemplo, la Corriente del Golfo ayuda a temperar el clima en Europa occidental al traer agua caliente desde el Caribe.
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Question 1/7