Los rayos pueden golpear varias veces en el mismo lugar porque las cargas eléctricas presentes en las nubes son atraídas por objetos conductores elevados, como árboles o edificios. Esto crea un camino privilegiado para el rayo, aumentando así las posibilidades de golpes repetidos.
Cuando se forma un rayo, siempre busca el camino que ofrezca menos resistencia en el aire. Pero este entorno explosivo y caótico le permite tomar varios caminos a la vez. A veces, una primera descarga crea una especie de canal ionizado, un pasaje ideal: las siguientes descargas pueden entonces entrar fácilmente, dando la impresión de que el rayo golpea varias veces exactamente en el mismo lugar. Sin embargo, cada recorrido tomado sigue siendo ligeramente diferente, debido a las mini-variaciones en el aire y su conductividad cambiante. Es como un río, fluye más o menos por el mismo lugar pero nunca exactamente de la misma manera.
Cuando la humedad del aire es alta, aumenta la conductividad de la atmósfera y favorece la reutilización del mismo camino para los rayos sucesivos. Después de un primer rayo, se forma temporalmente una especie de "canal conductor" invisible al calentar e ionizar el aire a su paso. Este estado del canal ionizado puede durar algunas fracciones de segundo, justo lo suficiente para permitir que varios rayos sigan exactamente la misma ruta. Cuanto más húmedo y caliente esté el aire, más tendencia tiene este canal a permanecer estable durante más tiempo, aumentando la probabilidad de que el mismo lugar sea golpeado de nuevo. La baja velocidad del viento también facilita esta situación al evitar que el canal conductor se disperse rápidamente.
Las estructuras elevadas, como los árboles, los rascacielos o las antenas metálicas, atraen naturalmente los rayos porque reducen la distancia que debe recorrer la electricidad para llegar al suelo. Estos objetos altos y a menudo conductores facilitan el trabajo del rayo al concentrar fuertemente los campos eléctricos en su cima. Es como ofrecer al rayo un camino más simple y menos fatigoso hacia la tierra. Cuanto más alta, delgada y puntiaguda es la estructura, más fácilmente acumula una carga eléctrica en su cima, aumentando así sus posibilidades de ser golpeada varias veces por rayos durante una misma tormenta.
Cuando se aproxima una tormenta, se establecen campos eléctricos localizados muy potentes alrededor de ciertos objetos en el suelo, como árboles aislados, antenas o campanarios. Estos campos son como una especie de imanes eléctricos: facilitan la formación del canal de descarga del rayo al atraer gradualmente las cargas contenidas en las nubes hacia un punto preciso del suelo. Allí donde estas acumulaciones eléctricas son importantes, el aire se ioniza más fácilmente, haciendo que los rayos repetidos sean muy probables en el mismo lugar. En otras palabras, una vez que un lugar concentra fuertemente la electricidad, se convierte en un candidato ideal para múltiples impactos sucesivos.
Un rayo puede alcanzar una temperatura de hasta aproximadamente 30,000 °C, ¡casi cinco veces la temperatura de la superficie del Sol!
Aunque a menudo se dice que "el rayo no cae dos veces en el mismo lugar", en realidad golpea regularmente estructuras altas como rascacielos o árboles varias veces seguidas.
Durante una tormenta eléctrica, la Tierra es golpeada por aproximadamente 100 rayos por segundo en todo el mundo, ¡lo que equivale a casi ocho millones de rayos cada día!
Los pararrayos no atraen los rayos, sino que simplemente ofrecen un camino más seguro para canalizar la electricidad hacia el suelo, protegiendo así los edificios y sus ocupantes.
Sí, efectivamente, aunque esto sea menos común, algunos rayos se desplazan del suelo hacia las nubes. Este fenómeno se observa a menudo en condiciones específicas donde el suelo acumula cargas eléctricas importantes.
Las estructuras elevadas como rascacielos, antenas, árboles aislados, torres y campanarios tienen una probabilidad mayor de ser alcanzadas por un rayo debido a su altura y a su capacidad para atraer descargas eléctricas.
El pararrayos no elimina totalmente el riesgo de daños, pero lo reduce considerablemente al permitir que la descarga eléctrica sea dirigida hacia el suelo a través de un camino seguro, limitando así los daños potenciales a los edificios y a las personas.
Los relámpagos pueden producirse a una distancia de hasta 15 a 20 kilómetros del centro activo de la tormenta, fenómeno a menudo llamado rayo de calor.
No se recomienda permanecer bajo un árbol durante tormentas, ya que los árboles son puntos altos y conductores que pueden atraer el rayo, aumentando así considerablemente los riesgos de peligro para una persona cercana.
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