Las sanguijuelas pueden permanecer adheridas a su presa durante mucho tiempo gracias a su potente ventosa que crea una fuerte succión, y a su saliva que contiene sustancias anticoagulantes que limitan el sangrado y facilitan su comida.
Las sanguijuelas tienen dos extremidades particulares llamadas ventosas, una en la parte delantera y una más grande en la parte trasera, que les permite mantenerse firmemente agarradas. La ventosa delantera oculta una mandíbula con diminutos dientes muy afilados, dispuestos a menudo en forma de Y, capaces de perforar fácilmente la piel. Su cuerpo flexible, plano y musculoso les permite no solo aplanarse contra su víctima sin llamar la atención, sino también contorsionarse con mucha facilidad cuando esta se mueve. Además, su piel está cubierta por una fina capa viscosa que mejora la adherencia y facilita el desplazamiento sobre la presa, sin que esta se dé cuenta realmente.
Las sanguijuelas poseen dos ventosas musculosas, una en cada extremo del cuerpo, pero es sobre todo la ventosa frontal, que rodea su boca, la que les permite agarrarse firmemente a la piel de su víctima. Esta ventosa está constituida por potentes músculos circulares capaces de crear una especie de vacío parcial, como una pequeña ventosa de silicona que se presiona contra una superficie lisa. Al contraerse, estos músculos evacuan gradualmente el aire y el agua presentes y adhieren firmemente la sanguijuela a la piel. Una vez fijada, puede absorber con fuerza la sangre gracias a su faringe musculosa que actúa como una bomba, manteniendo sin esfuerzo el vínculo con su presa a pesar de todos los movimientos o intentos de despegue.
Cuando una sanguijuela muerde, no se limita a chupar la sangre: su saliva contiene sustancias especiales llamadas anticoagulantes. Estas moléculas evitan que la sangre coagule (que forme coágulos), lo que permite a la sanguijuela continuar alimentándose tranquilamente durante un período prolongado sin que la herida se cierre. La más conocida de estas sustancias es la hirudina, considerada muy eficaz para fluidificar la sangre. Gracias a ella, las sanguijuelas tienen todo su tiempo para hacer su comida sin tener que volver a hacer heridas constantemente, lo que sería fatigoso y arriesgado para ellas. Estos anticoagulantes pueden tener efectos duraderos en el hospedador incluso después de que la sanguijuela se haya soltado, provocando a veces hemorragias prolongadas.
Las sanguijuelas poseen una piel a la vez flexible y permeable, perfectamente adaptada a los medios acuáticos, lo que les permite intercambiar directamente el oxígeno con el agua por simple difusión. No realmente necesitan pulmones evolucionados en su caso. Además, su cuerpo aplanado y alargado reduce considerablemente la resistencia al agua, facilitando discretamente su acercamiento a su presa sin ser detectadas. También gestionan de manera eficiente su equilibrio interno de sal y agua, para permanecer fijadas durante mucho tiempo sin ser perturbadas por las variaciones de su entorno acuático.
Las sanguijuelas utilizan una combinación eficaz de colores oscuros y formas aplanadas que les permite pasar casi desapercibidas cuando se adhieren a su presa. Su apariencia a menudo imita maravillosamente hojas muertas, ramas, e incluso piedras en el fondo del agua. Discretas, no atraen ninguna atención; incluso su mordedura inicial suele ser indolora gracias a sustancias anestésicas secretadas por sus glándulas salivales. Algunas especies cambian ligeramente de color según su entorno, reforzando así su camuflaje natural y permitiéndoles una tranquilidad duradera durante su comida.
Las sanguijuelas disponen no solo de una ventosa oral para morder a su presa, sino también de una segunda ventosa situada en el extremo posterior del cuerpo, lo que les garantiza un agarre óptimo mientras permanecen lo suficientemente móviles.
Algunas especies de sanguijuelas tienen una capacidad impresionante para percibir los movimientos y las vibraciones en el agua. Pueden detectar a su presa a varios metros de distancia simplemente gracias a las señales vibratorias.
Una sanguijuela puede ingerir una cantidad de sangre equivalente a cinco veces su propio peso corporal en una sola comida y sobrevivir durante meses sin alimentarse.
Los anticoagulantes presentes en la saliva de las sanguijuelas son tan eficaces que se utilizan en la medicina moderna para prevenir la formación de coágulos sanguíneos después de ciertas intervenciones quirúrgicas.
Una sanguijuela puede permanecer adherida a su presa de 20 minutos a varias horas, e incluso varios días, dependiendo de la especie, hasta que haya absorbido una cantidad suficiente de sangre (hasta 5 a 10 veces su propio peso). Después, se desprende espontáneamente.
No, la mordedura de una sanguijuela generalmente es inofensiva. Sin embargo, su saliva reduce la coagulación sanguínea, lo que provoca un leve sangrado una vez que se desprenden. Se recomienda desinfectar cuidadosamente la herida después de retirarlas para evitar cualquier infección.
Para retirar una sanguijuela de manera segura, es preferible esperar a que se desprenda por sí misma. Si deseas quitarla inmediatamente, desliza suavemente tu uña o una tarjeta delgada debajo de su extremo anterior para romper la succión. Nunca uses métodos violentos (cigarrillos, sal, alcohol), ya que pueden provocar una regurgitación de bacterias en la herida.
Aunque es relativamente raro, existe un bajo riesgo de que las sanguijuelas transmitan ciertas infecciones o bacterias cuando muerden. Esto ocurre especialmente si expulsan bacterias presentes en su tracto digestivo debido a un manejo inadecuado. Se recomienda limpiar cuidadosamente la herida después de que la sanguijuela se despegue.
Ciertas especies de sanguijuelas se utilizan en medicina gracias a las potentes propiedades anticoagulantes y antiinflamatorias de su saliva. Por ejemplo, ayudan a mejorar la circulación sanguínea en casos de injertos o reimplantes de órganos y contribuyen a prevenir la formación de coágulos sanguíneos.
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