El fenómeno de El Niño afecta las condiciones meteorológicas a nivel mundial al perturbar las corrientes atmosféricas y oceánicas, lo que provoca cambios en los patrones de precipitaciones y temperaturas anormales en diferentes regiones del mundo.
En condiciones normales, los vientos que soplan sobre el Pacífico, llamados aliseros, empujan las aguas cálidas hacia el oeste, hacia Asia y Australia, dejando así que el agua fría suba cerca de las costas sudamericanas: esto se llama upwelling. Pero cuando ocurre El Niño, esos famosos aliseros disminuyen seriamente, e incluso se invierten por completo. Como resultado, todas esas aguas cálidas acumuladas en el oeste regresan masivamente hacia el este, se extienden cerca de las costas de Perú y Ecuador, y calientan considerablemente el océano, impidiendo que este upwelling ocurra. Esta modificación importante de las temperaturas oceánicas influye directamente en la presión atmosférica, modificando así profundamente toda la dinámica de circulación atmosférica mundial. Se llama así la perturbación de la "circulación de Walker", grandes células atmosféricas que agitan el aire sobre el Pacífico.
Durante El Niño, el agua caliente acumulada en el este del Pacífico desplaza hacia el este las zonas habituales de convección atmosférica. Resultado: todo el decorado habitual se modifica, y la circulación atmosférica global, en particular la famosa célula de Walker, se ve alterada. Esta célula, a grandes rasgos, consiste en vientos que normalmente soplan de este a oeste en la zona tropical, se debilita e incluso se invierte en algunos casos. Esta alteración también afecta a los vientos-jets subtropicales y modifica profundamente la ubicación habitual de las zonas húmedas y secas en los continentes. En resumen, el juego clásico de presiones altas y bajas se ve perturbado, lo que provoca anomalías meteorológicas a gran escala en diversas partes del globo.
Los episodios de El Niño potencian las perturbaciones meteorológicas en todo el mundo. En América del Sur, a menudo se observan fuertes lluvias en la costa oeste (Perú, Ecuador), provocando inundaciones y deslizamientos de tierra. Por el contrario, en Australia e Indonesia, es lo opuesto: sequía severa con incendios forestales y grandes problemas para la agricultura local. En América del Norte, los estados del sur generalmente experimentan condiciones más húmedas y frías, mientras que Canadá y el norte de los Estados Unidos suelen beneficiarse de un invierno más suave. El África austral también enfrenta el riesgo de sequía, lo que afecta seriamente la disponibilidad de agua y las cosechas. Por último, en India, El Niño tiende a debilitar la monzón, reduciendo las lluvias de verano y amenazando gravemente los cultivos agrícolas de los que dependen millones de personas. En general, El Niño redistribuye el clima mundial amplificando los contrastes regionales.
Cuando El Niño llega, a menudo amplifica ciertos fenómenos meteorológicos bastante extremos en todo el planeta. Se observan episodios de sequía más intensos en el sudeste asiático, en Australia y en el sur de África, donde casi no llueve durante varios meses. Por el contrario, el oeste de América del Sur, especialmente Perú y Ecuador, experimenta lluvias torrenciales que a menudo provocan inundaciones severas y deslizamientos de tierra. En América del Norte, especialmente en California, también puede favorecer lluvias excepcionalmente fuertes. El Niño también tiende a calmar la temporada de huracanes en el Atlántico, pero a menudo acentúa las tormentas tropicales en el Pacífico oriental y central. Aparte de eso, estas perturbaciones también favorecen las olas de calor, especialmente en América del Sur y en algunas regiones del continente asiático. En resumen, cuando El Niño se activa, altera seriamente el clima habitual en gran parte del globo, provocando variaciones impresionantes en temperaturas y precipitaciones.
El Niño no actúa solo, interactúa con otras grandes figuras climáticas, como el monzón asiático y la oscilación norteatlántica. Cuando El Niño está activo, el monzón puede volverse notablemente más tímido, reduciendo las precipitaciones en el sur de Asia, con importantes impactos en la agricultura regional. Asimismo, El Niño puede alterar los corrientes de aire sobre el Atlántico, influyendo así en la actividad de los ciclones tropicales. Pero este fenómeno no se detiene ahí: también afecta a las capas de hielo, modificando temporalmente el clima polar e incluso los patrones climáticos de regiones más alejadas como Europa o África. Todo esto convierte a El Niño en un eslabón clave, capaz de interactuar con casi cada sistema climático importante en nuestro planeta.
Durante un intenso episodio de El Niño en 1997-1998, se estima que las pérdidas económicas globales relacionadas con condiciones meteorológicas extremas superaron los 30 mil millones de dólares.
Una fase opuesta al fenómeno de El Niño, llamada 'La Niña', provoca aguas más frías de lo normal en el océano Pacífico ecuatorial, causando condiciones climáticas y meteorológicas inversas en varias regiones del mundo.
Durante los episodios de El Niño, las aguas cálidas desplazan a los peces hacia otras regiones, afectando las economías locales basadas en la pesca frente a las costas sudamericanas.
¿Sabías que el El Niño puede reducir el número de huracanes en el Atlántico, mientras que aumenta la actividad en el océano Pacífico oriental y central?
El Niño se caracteriza por aguas inusualmente cálidas en la parte central y oriental del Pacífico ecuatorial, mientras que La Niña corresponde a lo contrario, es decir, condiciones oceánicas excepcionalmente frías en el mismo lugar. Ambos fenómenos ejercen efectos opuestos sobre las condiciones climáticas globales.
Gracias a los avances en los modelos climáticos y las observaciones oceanográficas, es posible prever la llegada de El Niño con varios meses de antelación. Sin embargo, la precisión de estas previsiones disminuye considerablemente más allá de 6 a 12 meses.
Los episodios de El Niño generalmente influyen en la temporada de ciclones a nivel mundial al aumentar la actividad ciclónica en el Pacífico Este, mientras que reducen la actividad en el Atlántico Norte y el Caribe debido al incremento de los vientos cortantes que son desfavorables para el desarrollo de huracanes.
Aquí tienes la traducción: Estudios recientes indican que el calentamiento global podría modificar la frecuencia, la duración y la intensidad de los fenómenos de El Niño. Aunque los mecanismos precisos aún están en estudio, se acepta que el cambio climático podría intensificar algunos de los impactos de El Niño en las condiciones meteorológicas globales.
Los episodios de El Niño ocurren generalmente cada 2 a 7 años, con una duración que varía entre 6 meses y 18 meses. Sin embargo, su intensidad y frecuencia pueden fluctuar de un evento a otro.
Nadie ha respondido este cuestionario todavía, ¡sé el primero!' :-)
Question 1/6