El basalto tiene una estructura microlítica porque se forma por el enfriamiento rápido de la lava volcánica, lo que no ha permitido que los cristales se desarrollen en tamaños más grandes.
Cuando el magma basáltico alcanza la superficie durante una erupción volcánica, entra en contacto directo con el aire o el agua fría, lo que provoca su enfriamiento ultra rápido. Esta brusca disminución de temperatura no deja suficiente tiempo a los minerales para formar grandes cristales visibles a simple vista. En su lugar, se forman rápidamente cantidades importantes de microcristales llamados microlitos y quedan atrapados en una masa amorfa, el vidrio volcánico. Cuanto más rápido se enfría el magma, más fina se vuelve la estructura y más pequeños son los cristales. Típicamente, los flujos de lava aérea o el contacto con el agua dan lugar a este tipo de enfriamiento muy rápido. Es principalmente esta alta velocidad de solidificación la que permite a los basaltos obtener su famosa textura llamada microlítica.
Los basaltos son principalmente minerales como el pióxeno y el plagioclasa (una especie de feldespato), con un poco de olivino. Cuando el magma asciende hacia la superficie, su temperatura baja rápidamente. Como resultado, aparecen cristales diminutos, los microlitos, que se forman rápidamente sin tener tiempo de crecer adecuadamente. En resumen, la cristalización ocurre tan rápido que los minerales no pueden volverse grandes. El resultado: obtienes una roca de textura fina, casi lisa a primera vista, pero cuando haces zoom, ves un montón de pequeños minerales atrapados en una pasta de vidrio volcánico amorfo. Este cóctel mineral muy fino y homogéneo es precisamente lo que se llama una estructura microlítica.
La estructura microlítica se reconoce fácilmente: está constituida por una multitud de pequeños cristales, llamados precisamente microlitos, sumergidos en una especie de pasta vítrea poco cristalizada llamada vidrio volcánico. Estos cristales han crecido rápidamente debido al enfriamiento hiper rápido de la lava en la superficie: por lo tanto, no han tenido mucho tiempo para crecer. Como resultado, permanecen diminutos y dispersos en medio del vidrio. Esta textura le da a la roca una apariencia homogénea, muy fina y a menudo oscura. Cuando miras el basalto rápidamente, podrías pensar que es uniforme, pero con una lupa, ves estos microlitos que hacen toda la particularidad del basalto.
La textura microlítica del basalto es muy diferente de la estructura granular que se encuentra comúnmente en las rocas plutonianas como el granito. Mientras que un basalto se enfría rápidamente con diminutos cristales rodeados de vidrio volcánico, el granito se enfría lentamente en profundidad y desarrolla cristales grandes, visibles a simple vista. Esto se llama una estructura granular o holocristalina. En cambio, algunas lavas ultra-rápidas como la obsidiana ni siquiera tienen tiempo de cristalizar y dan una textura completamente vítrea, sin ningún cristal distintivo. Las andesitas, por su parte, se enfrían a una velocidad intermedia y a menudo presentan una estructura porfirítica: grandes cristales en una matriz fina, típicamente resultado de un enfriamiento en dos etapas. Por lo tanto, el basalto, con su estructura microlítica, se diferencia claramente de las texturas granulares, porfiríticas o vítreas por su rapidez de consolidación y su cristalización fina pero parcial, entre cristales finos y pasta de vidrio volcánico.
El basalto de la isla de Reunión ofrece un bello ejemplo típico: durante las erupciones volcánicas del Pitón de la Fournaise, la lava se enfría tan rápido que los minerales no tuvieron tiempo de crecer, dando lugar a una roca oscura salpicada de pequeños cristales llamados microlitos. Lo mismo ocurre en Islandia, particularmente en las laderas del volcán Eyjafjallajökull, donde el enfriamiento rápido debido al contacto con el aire o el agua crea esta textura característica, fina y casi vítrea. También se encuentra este fenómeno en el basalto de las famosas columnas basálticas de Giant's Causeway, en Irlanda del Norte, donde la lava se ha solidificado rápidamente al contraerse para formar estas asombrosas columnas hexagonales con textura microlítica.
La estructura microlítica del basalto es invisible a simple vista, pero al ser observada bajo el microscopio, revela una multitud de pequeños cristales (microlitos) combinados con un vidrio volcánico amorfo, testigo directo del enfriamiento rápido del magma.
Los famosos órganos basálticos, como los de la Calzada de los Gigantes en Irlanda o los órganos volcánicos de Islandia, son el resultado del enfriamiento rápido y regular del magma basáltico, creando así sorprendentes estructuras en columnas hexagonales.
Gracias a su rápido enfriamiento, los basaltos a veces conservan información valiosa sobre el campo magnético pasado de la Tierra. Al analizar la orientación magnética de estas rocas, los científicos estudian la deriva de los continentes.
Aunque es principalmente terrestre, el basalto también se ha identificado en otros cuerpos celestes como la Luna, Marte e incluso algunos asteroides; estos descubrimientos ayudan a los geólogos a comprender mejor la historia geológica del sistema solar.
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