Las brújulas apuntan hacia el norte debido a la interacción entre el campo magnético terrestre y la aguja imantada de la brújula. Esta última se alinea con las líneas de fuerza del campo magnético, proporcionando así una indicación de la dirección norte-sur.
El Norte geográfico es simplemente donde todos nuestros meridianos se encuentran: justo en la cima de la Tierra, en el eje de rotación de nuestro planeta. El Norte magnético, en cambio, depende del campo magnético terrestre, es decir, del inmenso imán natural que se encuentra en el corazón de nuestro planeta—y este no cae en absoluto en el mismo lugar. ¿El resultado? Los dos "Nortes" están desfasados aproximadamente 500 kilómetros, lo que corresponde a un ángulo llamado declinación magnética, variable según tu posición en el globo. Es esta diferencia la que hace que tu brújula nunca apunte exactamente hacia el "verdadero Norte" de los mapas, sino más bien hacia un norte un poco desfasado, el Norte magnético.
El campo magnético terrestre proviene sobre todo de los movimientos de convección en el núcleo externo líquido de nuestro planeta. Compuesto principalmente de hierro y níquel fundidos, este líquido metálico caliente se mueve constantemente, impulsado por el calor emitido desde el núcleo interno sólido. Estos movimientos generan corrientes eléctricas poderosas, que a su vez producen el campo magnético. El fenómeno tiene un nombre simpático: el efecto dínamo. Puedes imaginarlo como una inmensa dínamo situada en el centro de la Tierra, que crea un campo magnético que envuelve totalmente nuestro planeta. Sin esta protección magnética, la vida estaría severamente expuesta a las radiaciones espaciales.
La brújula funciona gracias a una pequeña aguja imantada libre de girar sobre sí misma, que se alineará naturalmente según las líneas invisibles del campo magnético terrestre. Como la Tierra actúa un poco como un enorme imán, atrae el extremo imantado de la aguja —a menudo pintado de rojo— indicando así el norte magnético. La aguja apunta entonces aproximadamente en dirección al norte, lo que permite identificar fácilmente las otras direcciones cardinales. Simple pero eficaz: mientras nada perturbe el campo magnético, siempre cumple su función.
A diferencia de lo que podrías creer, el norte magnético no permanece en su lugar. Se desplaza sin cesar, aproximadamente unos cincuenta kilómetros por año. Actualmente, se desliza desde Canadá en dirección a Siberia. Son los movimientos impredecibles del hierro líquido en fusión situado en el núcleo de la Tierra los que crean estos cambios. Esta deriva obliga a algunas regiones a ajustar regularmente sus mapas para que las brújulas indiquen correctamente el norte. Además, los científicos monitorean esto de cerca para anticipar y adaptarse a estas variaciones.
Una brújula es fiable, pero a veces tiene su propio carácter. Varios factores pueden alterar la aguja. Por ejemplo, la presencia de objetos metálicos o imanes cercanos puede perturbarla en gran medida al crear su propio campo magnético local. Del mismo modo, ciertos tipos de rocas magnéticas, como la magnetita, visibles en algunas regiones del globo, modifican ligeramente la dirección indicada. Incluso las grandes líneas eléctricas o los aparatos electrónicos pueden generar campos magnéticos lo suficientemente fuertes como para influir temporalmente en tu brújula. Finalmente, durante las tormentas solares, la intensa actividad del Sol perturba brevemente el campo magnético terrestre: como resultado, tu brújula puede desorientarse.
Algunos animales como las aves, las tortugas marinas e incluso algunas bacterias utilizan el campo magnético terrestre para orientarse y navegar durante sus migraciones.
El norte magnético no coincide exactamente con el norte geográfico. Actualmente, este punto se encuentra en Canadá y se desplaza aproximadamente 55 km al año hacia Siberia.
Los primeros usuarios de las brújulas fueron los navegantes chinos, ya en el siglo XI, ¡mucho antes que Cristóbal Colón y los exploradores europeos!
En Marte, el campo magnético global casi no existe hoy en día, lo que hace que las brújulas tradicionales sean inútiles en este planeta.
La declinación magnética varía según su ubicación y su época. Algunas brújulas tienen un mecanismo para ajustar esta declinación directamente. Puede encontrar los valores actualizados en las bases de datos geomagnéticas oficiales o en los mapas topográficos recientes, y ajustar su brújula en consecuencia, mejorando así la precisión de su navegación.
Cerca del polo norte magnético, las líneas del campo magnético terrestre se vuelven casi verticales. Por lo tanto, una brújula estándar con aguja horizontal puede tener dificultades para funcionar correctamente o para proporcionar una indicación precisa del norte. Se necesitan instrumentos especiales, como las brújulas de inclinación, para navegar en estas regiones.
Los objetos metálicos ferromagnéticos, como los teléfonos móviles, las computadoras, las llaves, los relojes metálicos, así como los dispositivos electrónicos que emiten campos magnéticos (altavoces, motores eléctricos), pueden influir y alterar la aguja imantada de tu brújula.
El norte magnético está relacionado con los movimientos del hierro líquido en el núcleo externo de la Tierra. Estos movimientos caóticos generan el campo magnético terrestre, cuya posición cambia continuamente, lo que provoca un lento desplazamiento del norte magnético de aproximadamente varios kilómetros por año.
Las cartas indican el norte geográfico, que corresponde al eje de rotación de la Tierra. Sin embargo, una brújula apunta hacia el norte magnético, definido por el campo magnético terrestre, que presenta un ligero desplazamiento llamado declinación magnética. Este último varía según tu posición geográfica y cambia lentamente con los años.
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