Los árboles se comunican entre sí a través de una red subterránea, llamada red micorrícica, para intercambiar nutrientes e información, favoreciendo así su crecimiento y supervivencia como comunidad vegetal.
Bajo nuestros pies, los árboles forman una verdadera red de discusión silenciosa, principalmente gracias a unos hongos simbióticos llamados micorrizas. Este sistema permite a los árboles intercambiar nutrientes como carbono, agua o incluso información sobre su estado de salud. Concretamente, si un árbol carece de agua, sus vecinos pueden darle un pequeño empujón a través de esta red subterránea para ayudarlo a resistir. Este intercambio es un trueque: los árboles alimentan a los hongos con azúcar producido gracias a la fotosíntesis, y a cambio, los hongos facilitan el acceso a minerales y agua. A veces se llama a esta cooperación la "Wood Wide Web", en un guiño a Internet, porque realmente se trata de una red subterránea compleja y dinámica de comunicación y ayuda mutua entre árboles.
Los árboles intercambian alertas cuando un peligro se aproxima. Típicamente, si alguno de ellos es atacado por insectos o enfermedades, libera sustancias químicas a través de sus raíces. Estos mensajes subterráneos pasan a través de una red formada por hongos, llamada red micorrízica. Los otros árboles alrededor captan esta información, lo que les permite producir compuestos químicos para defenderse mejor. Como resultado, el bosque actúa un poco como una comunidad solidaria, capaz de reaccionar colectivamente ante amenazas ambientales como la sequía, los parásitos o el estrés climático.
Cuando se trata de intercambiar recursos, los árboles son sorprendentemente eficientes. Gracias a la red subterránea compuesta principalmente por hongos simbióticos, también conocidos como micorrizas, comparten agua, carbono y nutrientes según las necesidades de cada uno. Por ejemplo, un árbol sano que capta mucha luz solar puede transferir carbono suavemente a un joven árbol en dificultades que se encuentra a la sombra, con el fin de ayudar al pequeño a crecer. Inversamente, algunos árboles que extraen mucha agua del suelo pueden redistribuirla a vecinos que están pasando sed durante períodos de sequía. Como resultado, todos se benefician mejor de los recursos disponibles, reduciendo los desperdicios innecesarios. Es una verdadera red de ayuda mutua discreta y eficaz, donde cada uno encuentra su beneficio suavemente para mantener el equilibrio del grupo.
Los árboles conectados por redes subterráneas crean un ambiente más diverso y estable. Gracias al intercambio de recursos nutritivos y señales de alerta, protegen a las especies vegetales más débiles y fomentan su crecimiento. Esta cooperación subterránea aporta al ecosistema una riqueza biológica importante, necesaria para el bienestar global del bosque. Al ayudar a ciertas especies a sobrevivir, estos intercambios permiten que una mayor variedad de plantas, hongos, insectos y animales se desarrollen. Como resultado, todo el bosque se encuentra en mejor estado, beneficiándose de esta biodiversidad dinámica mantenida en secreto bajo la tierra.
Algunos científicos llaman a esta red subterránea "la red Wood Wide Web", un guiño a la World Wide Web para ilustrar la complejidad y la sorprendente eficacia de esta red natural.
Una cucharadita de suelo forestal puede contener hasta varios kilómetros de filamentos miceliales, que son las verdaderas autopistas de comunicación subterránea entre los árboles.
Los árboles maduros pueden ayudar a los más jóvenes al transferirles nutrientes a través de esta red subterránea, fortaleciendo así la supervivencia y el crecimiento de futuros árboles adultos.
Cuando un árbol es herido o agredido por plagas, libera señales químicas que se transportan a través de la red subterránea, permitiendo a los árboles vecinos reforzar preventivamente sus defensas.
Sí, ciertas acciones humanas como la deforestación, la agricultura intensiva o el uso excesivo de productos químicos en el suelo pueden perturbar gravemente o incluso eliminar estas valiosas redes. Esto provoca un debilitamiento general del ecosistema forestal.
La mayoría de los árboles son capaces de comunicarse, pero la efectividad y los métodos pueden variar según las especies, los suelos y el entorno. Algunos árboles utilizan activamente las redes fúngicas micorrízicas, mientras que otros utilizan más señales químicas directas enviadas por las raíces.
Sí, diversos trabajos científicos han demostrado que los árboles son capaces de intercambiar recursos como agua, carbono y otros nutrientes esenciales. Estos estudios han destacado las respuestas coordinadas de los árboles ante el estrés ambiental gracias a esta comunicación subterránea.
La red subterránea, basada principalmente en micorrizas, también beneficia a otras plantas más pequeñas como arbustos o plantas herbáceas. Contribuye así a una mejor biodiversidad y estabilidad en el ecosistema forestal.
Se comunican principalmente a través de redes formadas por hongos llamados micorrizas. Estos hongos crean una extensa red subterránea conectada a las raíces de los árboles, lo que permite el intercambio de nutrientes, agua, así como señales de alerta química contra posibles peligros.

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