Las plantas trepan a lo largo de los soportes para optimizar su acceso a la luz, especialmente en entornos sombríos. Este comportamiento, llamado ticmotropismo, les permite crecer hacia arriba y prosperar al captar más luz para la fotosíntesis.
Las plantas trepadoras han desarrollado algunos trucos biológicos. Algunas poseen zarcillos, una especie de tallos finos y flexibles que se enrollan alrededor de un soporte para elevarse progresivamente. Otras tienen raíces de anclaje, capaces de sujetarse firmemente a una pared rugosa, como la hiedra en una pared. También existen aquellas que utilizan una técnica llamada volubilidad, donde todo el tallo se enrolla alrededor de un soporte, como lo hace el frijol en un tallo o un hilo. Finalmente, algunas plantas trepadoras desarrollan espinas o ganchos que les sirven para sujetarse y estabilizarse eficazmente apoyándose en lo que las rodea.
En muchas plantas trepadoras, la luz es el motor principal! Cuando la luminosidad de su entorno es limitada, estas astutas buscan naturalmente elevarse para encontrar la máxima cantidad de sol, vital para su fotosíntesis.
La sombra creada por otros vegetales cercanos también constituye un verdadero impulso: cuanto más competencia haya, más tentadas estarán estas plantas a trepar para hacerse un lugar al sol. La falta de espacio en el suelo, especialmente en las selvas densas, hace que trepar sea muy interesante para acceder a recursos limitados.
Finalmente, algunas plantas son impulsadas a escalar cuando sienten un soporte táctil cercano: es este contacto, o estímulo mecánico, lo que desencadena rápidamente su comportamiento trepador.
Trepar permite a las plantas ahorrar un máximo de energía: en lugar de fabricar tallos sólidos costosos, se apoyan tranquilamente en un soporte e invierten todo en sus hojas y flores. Aferrarse a un soporte permite acceder mejor a la luz, indispensable para una buena fotosíntesis. También evita ser ahogado por otras plantas alrededor. Trepar abre un acceso privilegiado a los polinizadores y a los animales dispersores de semillas, colocando idealmente las flores y los frutos. Al elevarse, estas plantas incluso disminuyen los riesgos de ser atacadas por los insectos rastreros o las enfermedades del suelo húmedo. En resumen, trepar es un buen gran bono para sobrevivir y reproducirse sin arruinarse en recursos.
Las plantas trepadoras aprecian particularmente los árboles, cuyas troncos sólidos les ofrecen un punto de apoyo estable mientras las conducen directamente hacia la luz. También les encanta aferrarse a las vallas metálicas o de madera, a los enrejados, o incluso a los muros rugosos y porosos, que facilitan el trabajo de sus pequeñas zarcillos o ganchos. Algunas variedades, como la hiedra, prefieren las superficies sombreadas de piedra o ladrillo, más frescas y húmedas. En cambio, especies más ligeras o sensibles evitan las superficies demasiado lisas o resbaladizas como el metal pintado o el PVC; les resulta difícil encontrar un buen agarre allí.
Entre los clásicos, se encuentra la hiedra, que se agarra firmemente con pequeñas raíces ganchosas en casi cualquier pared. La exótica glicinia maravilla con sus racimos de flores fragantes moradas o blancas; ¡cuidado, su abrazo poderoso puede incluso dañar las rejas frágiles! La vid virgen, por su parte, se distingue en otoño gracias a sus hojas de un rojo resplandeciente. En cuanto a las plantas tropicales como la liana de jade, trepan hacia la luz formando hermosas guirnaldas coloridas, muy apreciadas por los jardineros aficionados. Mención especial a la clemátide, que sube fácilmente gracias a sus delicados zarcillos y produce magníficas flores en forma de estrella.
Las investigaciones muestran que las plantas trepadoras poseen una notable memoria celular de la orientación gravitacional, lo que les permite dirigir con precisión su crecimiento vertical hacia la parte superior del soporte.
Algunos árboles pueden formar una relación mutualista con plantas trepadoras: a cambio de su apoyo mecánico, la planta trepadora puede ofrecer cierta protección contra los animales herbívoros al complicar el acceso a las hojas de los árboles.
Algunas plantas trepadoras son capaces de detectar química y físicamente la presencia de un soporte cercano, lo que desencadena su crecimiento hacia él.
La capacidad que tienen las zarcillas de ciertas plantas como la vid para enrollarse alrededor de un soporte resulta de un crecimiento diferencial de sus células, lo que les permite una adherencia sólida al soporte.
No, los mecanismos difieren según las especies. Algunas utilizan zarcillos sensibles al tacto, otras ganchos adhesivos o incluso tallos volubles que se enroscan alrededor de un soporte.
Esto depende esencialmente de la especie elegida. Las plantas trepadoras, como la hiedra común, pueden dañar las fachadas sensibles. Por el contrario, aquellas que se enrollan alrededor de enrejados generalmente no presentan riesgo para las estructuras.
Sí, algunas plantas trepadoras como el filodendro o el pothos se cultivan muy bien en interiores, aportando decoración vegetal y purificación del aire.
Es necesario instalar un soporte vertical adecuado (enrejado, hilo tensado, tutor) cerca de la planta desde el comienzo de su crecimiento. En los primeros días, puede ser necesario guiar delicadamente la planta hacia el soporte.
Esto varía según la especie. Algunas, como la glicinia, prefieren una exposición bien soleada, mientras que otras, como la clemátide de montaña, prosperan mejor en situaciones semi-sombreadas.
No, solo algunas especies vegetales están adaptadas a la escalada. Estas plantas poseen mecanismos especiales como tallos volubles, garras o zarcillos que les permiten aferrarse a diversos soportes.
Los soportes más efectivos son generalmente aquellos que tienen una superficie rugosa o que ofrecen una estructura a la que la planta puede agarrarse fácilmente, como enrejados, mallas, arcos o paredes equipadas con cables o madera.
Algunas plantas trepadoras, como el hiedra o la vid virgen, tienen ganchos fuertes que podrían dañar ciertos materiales frágiles. Para evitar estos daños, es preferible instalar previamente soportes dedicados o optar por especies más suaves como la clemátide o la madreselva.
Prioriza una exposición luminosa adecuada para la especie elegida (a menudo a pleno sol o semi-sombra). Además, un soporte vertical o que presente una ligera inclinación favorecerá la guía natural de las plantas hacia la luz y una buena circulación del aire alrededor del vegetal.
Puede haber varias razones: soporte inadecuado (demasiado liso o demasiado grande), mala orientación de la planta, condiciones ambientales desfavorables (oscuro o ventoso) o mala salud debido a una deficiencia nutricional. Una observación de las necesidades específicas de su planta puede resolver este problema.
Las plantas trepadoras juegan un papel ecológico al proporcionar alimento y hábitat a los insectos polinizadores y a los pájaros. También mejoran la calidad del aire, ofrecen una regulación térmica natural, fomentan la biodiversidad y embellecen los espacios urbanos.
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