Las estrellas de mar pueden regenerar sus miembros perdidos porque poseen la capacidad única de regeneración, gracias a la presencia de células madre especializadas llamadas células intersticiales que se transforman en diferentes tipos de células necesarias para la reconstrucción de un nuevo miembro.
Las estrellas de mar contienen células muy especiales llamadas células madre capaces de producir casi todos los tipos celulares necesarios para la regeneración. Estas células madre, presentes en reserva en su cuerpo, son funcionalmente similares a una especie de caja de herramientas biológica: tan pronto como ocurre una herida, se activan de inmediato. Otra especificidad asombrosa: algunas células maduras, ya especializadas, son capaces de regresar a un estado más flexible (des-diferenciación) para contribuir al renovación de los tejidos. Esta combinación celular les permite reconstruir completamente un brazo perdido, e incluso, en algunos casos, un cuerpo entero a partir de un solo miembro restante.
Cuando la estrella de mar pierde un brazo, unas células especializadas llamadas células madre entran en acción. Estas células tienen el superpoder de transformarse en diferentes tipos de tejidos (músculos, nervios, piel, esqueleto). Primero, se agrupan alrededor de la herida para formar una especie de yema reparadora llamada blastema. Allí, comienzan a multiplicarse rápidamente y a diferenciarse en tejido específico. Poco a poco, este blastema crece y se alarga, devolviendo por completo un miembro perdido perfectamente funcional. En solo unas semanas, la estrella recupera un brazo completamente nuevo, idéntico al original.
Las estrellas de mar no regeneran todos sus miembros con la misma facilidad, y eso depende realmente de su entorno. Un factor importante es la temperatura: en aguas más cálidas, la regeneración generalmente es más rápida, pero cuidado, demasiado calor y se vuelve contraproducente. La calidad del agua, en particular su contenido de oxígeno y nutrientes, también influye fuertemente en esta capacidad regenerativa. Un agua pobre o contaminada limita claramente su velocidad de recuperación. Hablando de contaminación, contaminantes tóxicos como los metales pesados o los pesticidas pueden frenar seriamente, e incluso bloquear completamente, su reconstrucción corporal. En cambio, un ambiente marino equilibrado, con una buena diversidad de alimentos, favorece notablemente su curación y permite una recuperación eficaz.
Las estrellas de mar son impresionantes, pero no son las únicas que tienen este superpoder de regeneración. Entre sus vecinos submarinos dotados, encontramos por ejemplo al axolote, este extraño anfibio capaz de restaurar completamente sus extremidades, e incluso órganos internos. Otro campeón marino, el gusano marino Platynereis dumerilii, es capaz de reconstruirse totalmente a partir de un solo pequeño trozo. La regeneración en los pepinos de mar es menos impresionante pero igualmente efectiva: si pierden partes internas en caso de peligro, estas vuelven a crecer sin problema. Por supuesto, la rapidez y la extensión de estas capacidades varían, pero el mecanismo básico suele ser el mismo: una reactivación especial de las células, acompañada de una gran capacidad para comenzar casi desde cero.
Las estrellas de mar, con sus superpoderes de regeneración, ofrecen pistas interesantes para los científicos. Están trabajando en particular en las células madre, que podrían permitir reparar o reemplazar tejidos humanos dañados. Por ejemplo, entender cómo la estrella de mar evita la formación de cicatrices podría ayudarnos a manejar la cicatrización en los humanos. Las investigaciones también se centran en tratamientos innovadores para enfermedades relacionadas con la degeneración celular, como el Alzheimer o el Parkinson. Incluso hay equipos que estudian la forma de regenerar miembros perdidos en los humanos gracias a los mecanismos identificados en las estrellas de mar. Un verdadero escenario de película de ciencia ficción, pero que poco a poco se está convirtiendo en realidad en el laboratorio.
La regeneración de los miembros en una estrella de mar puede tardar varios meses e incluso años, dependiendo de la especie y de las condiciones ambientales.
Cuando una estrella de mar se siente amenazada por un depredador, es capaz de desprender voluntariamente un brazo para desviar la atención y así asegurar su supervivencia, gracias a su increíble poder regenerativo.
Los científicos están estudiando actualmente los mecanismos de regeneración en las estrellas de mar para comprender cómo ciertos genes implicados podrían ayudar, a largo plazo, a regenerar tejidos humanos dañados.
A diferencia de la creencia popular, las estrellas de mar no solo regeneran sus brazos, sino que a veces también regeneran sus órganos internos, incluido su sistema digestivo.
Sí, la capacidad de regeneración excepcional de las estrellas de mar está siendo estudiada activamente por biólogos e investigadores médicos. El objetivo es comprender mejor estos mecanismos biológicos para considerar terapias regenerativas en humanos, con el fin de tratar heridas graves o regenerar tejidos dañados.
El tiempo necesario para que una estrella de mar regenere completamente un brazo puede variar considerablemente, generalmente entre varios meses a un año, e incluso más, dependiendo del tamaño, la edad y las condiciones ambientales.
Aunque la regeneración es muy efectiva en las estrellas de mar, este proceso no es ilimitado. Una regeneración demasiado frecuente o en condiciones de estrés intenso puede agotar las reservas de energía del animal, afectando así su salud general y su esperanza de vida.
La mayoría de las especies de estrellas de mar tienen una capacidad asombrosa para regenerar sus extremidades, pero las modalidades y la eficacia de esta regeneración varían según las especies. Algunas incluso pueden regenerar un cuerpo entero a partir de un solo brazo amputado, mientras que otras solo regeneran las partes dañadas.
Las estrellas de mar no tienen un sistema nervioso central como el nuestro y su percepción del dolor sigue siendo poco conocida. Los científicos suponen que no sienten el dolor tal como lo concebimos, aunque muestran algunas reacciones sensoriales ante las lesiones.
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